Escribe: Lic. Mario Nieto
La falta de credibilidad de referentes y aspirantes a líderes políticos se acrecentó sobremanera, tras la media sanción otorgada por Diputados a la Ley Bases. Cunde sin duda un sentimiento de desamparo en varios sectores de la sociedad, principalmente en trabajadores y jubilados, así como en quienes aspiran a que se logre el fortalecimiento institucional.
Si bién debe considerarse que el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por la Constitución, no es menos cierto que la legitimidad de ejercicio es absolutamente imprescindible en el marco de una Democracia real. En el hecho que nos ocupa, dirigentes de distintos espacios políticos, hicieron notar fervientemente el errado y deshumanizado contenido del proyecto presentado por el Ejecutivo Nacional y sin embargo esos mismos «líderes» que ocupan bancas legislativas, votaron…..a favor de la iniciativa!
A pesar de que el presidente de la Nación se haya referido al Congreso como «nido de ratas»; haya sospechado de «coimeros», los legisladores, con excepción de los miembros de Unión por la Patria y Socialistas, dieron el Sí rotundamente a lo que antes habían criticado.
No es menos cierto que tanto en muchísimios oficialistas, como no oficialistas, se iba registrando además un notable cambio de discurso que se torna para la lógica, como incomprensible. Solo basta ver videos donde con pocos días de diferencias los mismos protagonistas opinan en forma totalmente contraria a lo que dijeron antes y baste recordar aquello de «cortarse el brazo antes de aumentar un impuesto» o los pareceres sobre «Ganancias».
No….no se perfilan liderazgos claros; a pesar de que muchos fueron votados para colocarlos como opositores, se transformaron en asérrimos oficialistas, enarbolando banderas que descarnadamente apuntan a precarizar al trabajador, a disponer antojadízamente de órganos del Estado, a cesar contratos de empleados sin causa y a delegar poderes en la máxima autoridad, que en realidad son propios de otro órgano.
En éste contexto queda claro que la única respuesta posible a tales «iniciativas» o atropellos, es la agrupación y movilización social, aunque ello represente una dolorosa «alerta permanente».
Al parecer entramos en una etapa llena de incertidumbre y sorpresas desabradables que causa esta suerte de «Mercadocracia», que desvaloriza la solidaridad, la Justicia Social y apunta peligrosamente a degradar el rol del Estado.