- Escribe Lic. Mario Nieto
- El brutal megaterremoto que afectó a Kamtchaka el 30 de julio pasado, tuvo una magnitud 8,8 en la escala Ritcher, provocó un tsunami en Rusia y Japón y puso en alerta a todos los pueblos del Pacífico, solo causó daños en infraestructura en la región y algunos heridos, en tanto que no se registraron grandes desastres ni en Oceanía ni en América. La ciencia, las comunicaciones, la solidaridad, el humanismo y la información proporcionada por Estados organizados hizo frente con éxito a la enorme amenaza que cernía sobre indefensas poblaciones. Frente a éste pasmoso desafío, la humanidad ya sabe lo que puede hacer, entonces horroriza ver que hay jefes de Estado que denosten y ofendan a las instituciones políticas y sociales, en tanto cultivan el odio y la división.
Tras la cruenta Segunda Guerra Mundial, la sociedad internacional trató de conformar organizaciones que velen y ayuden al progreso material y espiritual de los seres humanos; así nació por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU); la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tantas otras a las cuales debíamos respetar por nuestro propio bién; sin embargo líderes de distintas latitudes, incumplen sus normas, banalizan sus funciones y critican vilmente sus valores.
Si vemos en el Norte de nuestro continente, el odio racial y la xenofobia se suman a una verdadera extorsión del mayor, a través de aranceles o exigencias internacionales; no menos bajo es el golpe de la prohibición a extranjeros para capacitarse en Harvard.
Ya que hablamos de capacitación, en el Sur, el ataque a la ciencia, a la salud y a la educación, es realmente inaceptable; todo parece poco sin embargo, si vemos la embestida al propio Estado.
No nos va mejor en otros escenarios: genocidios, enfrentamientos armados y países que comprometen su «ayuda» a la paz, regalando armas y aumentando groseramente sus presupuestos para tener los dientes afilados; a quién creen que engañan ?
Parece que no aprendemos nunca las lecciones que nos dan la naturaleza y la mala acción de los hombres; la Primera Guerra Mundial era, según opinólogos de la época «la guerra que acabaría con todas las guerras»…já.. Al fin de cuentasn las enseñanzas espirituales lo dicen claramente: Es la lucha del bién contra el mal. El problema es que si bién todo queda patentizado en la historia, ¿quién garantiza, que tendremos historia así como vamos?


