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Penumbras en la comunicación

Lic. Mario Nieto - Escrito el 24 de abril del 2018
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 La segunda década del Siglo XXI no está dando de ninguna manera la razón al posmodernismo, que esperaba una transformación basada en el racionalismo, la compasión y la armonía; por el contrario, el escenario actual muestra sociedades con rasgos negativos y pasiones ciegas; cuestión que se evidencia principalmente en el ámbito de la comunicación social, donde la manipulación oprobiosa de la información y la incorrecta utilización de la tecnología oscurecen el criterio de los ciudadanos.
En la disputa por el poder político y económico, donde no hay tregua, no hay piedad, no hay reglas, la verdad de hechos relevantes queda escondida, relegada, devaluada, porque los argumentos, los mensajes, apelan a las emociones a las creencias y fomentan el prejuicio. Lo aparente y el modo del relato pasan al primer plano y ya no importa lo que realmente sucedió.

Estamos hablando de lo que se ha dado en llamar la “posverdad”, técnica que se utiliza para desvirtuar los sucesos y disfrazar la verdad con lo aparente, con expresiones “políticamente correctas” y que se basa en el engaño liso y llano, al punto de que aquello que realmente fue, queda en segundo plano, en tanto se da bienvenida a lo “interpretado”.

Tal argucia es un hecho, una realidad, incluso el Diccionario de la lengua española – Edición Tricentenario define el termino de la siguiente manera:

posverdad
De pos- y verdad, trad. del ingl. post-truth.
1. f. Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias yemociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudessociales. Los demagogos son maestros de la posverdad.
Real Academia Española ©

Justamente el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, durante la inauguración del curso académico de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), celebrada en Orense, hizo referencia a la “Posverdad o mentira emotiva como un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar opinión pública e influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales”.

Claro que para que esto se imponga, una vez dado el hecho, debe crearse un marco propicio, alentando por ejemplo el ruido (muchas y diferentes versiones sobre el episodio), aumentando la intensidad en los medios, utilizando comunicadores conocidos y sosteniendo el rumor.

Ejemplos sobran en la historia reciente de la Argentina, ni falta hace mencionarlos, pero es bueno remarcar que el fenómeno, sumado a otros factores propios del desarrollo tecnológico constituye un factor capaz de anular el pensamiento crítico, la inteligencia reflexiva.

Puede argumentarse que el individuo dispone de herramientas suficientes para salir de esta trampa, pero si es Internet o son las redes a lo que se refiere la objeción, tenemos que hacer referencia ineludiblemente a lo que se conoce como “Burbuja de Filtro”.

El término fue consignado por primera vez, por Eli Parise en una obra suya que justamente lleva por título “The Filter Bubble”, donde comenta los cambios en algoritmos como el de Google y analiza la personalización de resultados hacia los usuarios.

En ese sentido advierte sobre las consecuencias que tiene éste modo de resultados ya que el sistema tiene en cuenta el pasado, historial de búsquedas e incluso la ubicación geográfica del usuario y por tanto proporciona información afin a lo solicitado, lo cual aisla, encierra en un una burbuja cultural e ideológica, ya que no recurre a puntos de vista distintos. Llegan solo contenidos acordes a las preferencias; lo cual se nota sobremanera en Facebook, principalmente.

Según analistas académicos, esta modalidad nos lleva al autismo ideológico, al prejuicio, a la opinión pública polarizada (porque valida ideas coincidentes con la visión del usuario) y también a la difusión replicada de noticias falsas.

En una sociedad que sufre de este mal, el debate es imposible, las posturas se hacen irreductibles, no hay diálogo sino imposiciones y el derrotero se vuelve incierto. En este punto es quizás donde podríamos citar a Santo Tomás de Aquino quien advirtió: “Teme al hombre de un solo libro”

Convengamos que no se puede interpretar la cuestión simplemente como “contrainformación” , porque no se trata de grupos alejados del poder que quieren comentar su verdad; menos se puede inferir como contenido necesario para la confrontación en busca de síntesis; solo que hoy por hoy se enseñorean las penumbras en la comunicación social.

Lic. Mario Nieto